A EDUARDO ACOLT
A mi abuelo el joven
Fuerte y decidido
Que prefiere una cantina
Antes que sentirse un viejo inútil
Machista por naturaleza
Y de herencia mesoamericana
Capaz de mancharse las manos con la sangre de otro
Con tal de sobrevivir y proteger a su familia
Posible príncipe culhuacano
De los hijo de Acoltzin
Hizo tierra en Veracruz
Primer villa de españoles
Padre estricto o gran conservador
Educo a sus hijo con golpes de amor
Trato de hacerlos fuertes y de piel dura de quebrar
Como la madera del más viejo de los robles
Con machete en mano, pistola y sombrero
Anda por los caminos sin sentirse arriero
Incapaz de permanecer en casa encerrado
Llega por las noches a exigir de café su taza
Como con tortilla de maíz y aguardiente
Como aquel viejo tlatoani exiliado en el pasado
Enemigo del poeta de Texcoco, aliado del conquistador
No desea jade y oro sino tierra y un jarrón
Para servir su elixir favorito en su casa con su amor.
A KARITINA VARGAS
A mi abuela adolescente
Quizás más noble que sus hijos y los hijos de sus hijos
Siempre pensando en los demás antes que en si
Ama de casa ejemplar, sometida a su marido
No sufre ni llora por las noches
Porque es el ejemplo que siempre ha seguido
La de piel como el sol, de descendencia extranjera
En la Nueva España su familia soñó tierras y riquezas
Se casó con ese hombre que le brinda protección
De su parte solo queda a sus hijos dar amor
La que vive en la cocina, lava ropa y cura heridas
La que en estricta hora ya tiene cena servida
Aprendió la tradición de los hijos de Hunan Pu
Sin siquiera haber leído en principio el Popol Vuh
En su casa refugiada, solo sale por el pan
Es mujer, mujer amada de sus nietos y otros más
No sabe de Feminismo, ni de Simone de Beauvoir
No le preocupa el machismo, desconoce la palabra
Ella sabe no es esclava sino una mujer amada
De las cosas que me enseña, es a ver un mundo noble
Donde no existe miseria ni significado de pobre.
A ANA MARÍA LÓPEZ
A mi abuela religiosa, tan amada por Jesús
Brindo gran amor a los suyos y para ellos busco lo mejor
Pertenece al sindicato de los santos del señor,
Un ángel caído del cielo, que muy joven Dios regreso,
A pesar de que era un niño le recuerdo a perfección
Sus cabellos como espuma de las aguas del Jordán
Y de piel de porcelana extraída de Shanghái
En las fiestas decembrinas no había mujer más hermosa
Irradiaba alegría al ver junta a su familia
Me faltaron sus consejos en mis horas de agonía
Me falto de su reboso en aquella noche fría
De ti herede mi fe, ya sea por dios o sea por mí
Me enseñaste que la familia unida hace maravillas
Quizás fui el último de tus nietos que te vio con vida
Esa noche de diciembre me hablabas del nacimiento del niño Jesús
Recuerdo que te encantaba pedirme golosinas, beber de mi refresco
Y regresármelo con una sonrisa picara en el rostro
Por ti aprendí lo que es un rosario
Y aprendí que los que sueñan siempre miran hacia el cielo
Es por eso que te siento en las estrellas
A ti pido mis deseos y comprometo mis promesas
Mi abuelita religiosa, mi abuelita soñadora
Que ni en sueños tu me dejas.
A IGNACIO VILLANUEVA
A mi abuelo el sabio
El mayor de mis abuelos, Soñamos bajo el mismo techo
Al despertar siempre tenía una frase para alegrarme el día
Aquel que me elevaba el autoestima al universo
Llévame a viajar en tu Tranvía amado abuelo
Te lo pido en sueños durmiendo de día
Me enseñaste a regalar una sonrisa
Antes que fruncir el ceño los domingos de misa
Me enseñaste que la cruz del hombre esta en su familia
Y que hay que disfrutar del calvario al final de la vida
Me enseñaste que el respeto al derecho ajeno es la paz
Y que la paz no es un estado exclusivo para los budistas
Me enseñaste como debe amarse a una mujer y a los hijos
Y a vagar por el infierno si es necesario con tal de encontrar la felicidad de ellos
De ti aprendí más cosas que de todos los pensadores que leído en la escuela
Me plasmaste la realidad del ser humano en lo real
Y nunca me engañaste con sueños utópicos sobre la existencia del hombre
Me enseñaste que los sueños, sueños son
Y que la labor de uno es volverlos realidad
Abriste mis ojos cuando estaba dormido
Me quitaste la venda que cegaba mi visión
Me enseñaste que la boca no solo sirve para comer
Así como a usarla solo cuando es necesario,
Me enseñaste a mirar a las mujeres no como objetos sexuales
Sino como seres que al igual que el varón son amantes y personas pasionales
Oh mi abuelo campeón de campeones
Fuiste valiente caballero, fiel esposo, un gran padre
No solo pasaste a la Historia, eres parte de mil historias
Reencarnaste en todos vuestros nietos, te volviste inmortal
Espero algún día ser por lo menos la mitad de lo que fuiste de lo que eres
Y cuando llegué mi despedida de este mundo, vengas por mí en tu tranvía.
jueves, 29 de enero de 2009
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