jueves, 29 de enero de 2009

TRIBUTO A MIS ABUELOS

A EDUARDO ACOLT

A mi abuelo el joven

Fuerte y decidido

Que prefiere una cantina

Antes que sentirse un viejo inútil

Machista por naturaleza

Y de herencia mesoamericana

Capaz de mancharse las manos con la sangre de otro

Con tal de sobrevivir y proteger a su familia

Posible príncipe culhuacano

De los hijo de Acoltzin

Hizo tierra en Veracruz

Primer villa de españoles

Padre estricto o gran conservador

Educo a sus hijo con golpes de amor

Trato de hacerlos fuertes y de piel dura de quebrar

Como la madera del más viejo de los robles

Con machete en mano, pistola y sombrero

Anda por los caminos sin sentirse arriero

Incapaz de permanecer en casa encerrado

Llega por las noches a exigir de café su taza

Como con tortilla de maíz y aguardiente

Como aquel viejo tlatoani exiliado en el pasado

Enemigo del poeta de Texcoco, aliado del conquistador

No desea jade y oro sino tierra y un jarrón

Para servir su elixir favorito en su casa con su amor.

A KARITINA VARGAS

A mi abuela adolescente

Quizás más noble que sus hijos y los hijos de sus hijos

Siempre pensando en los demás antes que en si

Ama de casa ejemplar, sometida a su marido

No sufre ni llora por las noches

Porque es el ejemplo que siempre ha seguido

La de piel como el sol, de descendencia extranjera

En la Nueva España su familia soñó tierras y riquezas

Se casó con ese hombre que le brinda protección

De su parte solo queda a sus hijos dar amor

La que vive en la cocina, lava ropa y cura heridas

La que en estricta hora ya tiene cena servida

Aprendió la tradición de los hijos de Hunan Pu

Sin siquiera haber leído en principio el Popol Vuh

En su casa refugiada, solo sale por el pan

Es mujer, mujer amada de sus nietos y otros más

No sabe de Feminismo, ni de Simone de Beauvoir

No le preocupa el machismo, desconoce la palabra

Ella sabe no es esclava sino una mujer amada

De las cosas que me enseña, es a ver un mundo noble

Donde no existe miseria ni significado de pobre.

A ANA MARÍA LÓPEZ

A mi abuela religiosa, tan amada por Jesús

Brindo gran amor a los suyos y para ellos busco lo mejor

Pertenece al sindicato de los santos del señor,

Un ángel caído del cielo, que muy joven Dios regreso,

A pesar de que era un niño le recuerdo a perfección

Sus cabellos como espuma de las aguas del Jordán

Y de piel de porcelana extraída de Shanghái

En las fiestas decembrinas no había mujer más hermosa

Irradiaba alegría al ver junta a su familia

Me faltaron sus consejos en mis horas de agonía

Me falto de su reboso en aquella noche fría

De ti herede mi fe, ya sea por dios o sea por mí

Me enseñaste que la familia unida hace maravillas

Quizás fui el último de tus nietos que te vio con vida

Esa noche de diciembre me hablabas del nacimiento del niño Jesús

Recuerdo que te encantaba pedirme golosinas, beber de mi refresco

Y regresármelo con una sonrisa picara en el rostro

Por ti aprendí lo que es un rosario

Y aprendí que los que sueñan siempre miran hacia el cielo

Es por eso que te siento en las estrellas

A ti pido mis deseos y comprometo mis promesas

Mi abuelita religiosa, mi abuelita soñadora

Que ni en sueños tu me dejas.

A IGNACIO VILLANUEVA

A mi abuelo el sabio

El mayor de mis abuelos, Soñamos bajo el mismo techo

Al despertar siempre tenía una frase para alegrarme el día

Aquel que me elevaba el autoestima al universo

Llévame a viajar en tu Tranvía amado abuelo

Te lo pido en sueños durmiendo de día

Me enseñaste a regalar una sonrisa

Antes que fruncir el ceño los domingos de misa

Me enseñaste que la cruz del hombre esta en su familia

Y que hay que disfrutar del calvario al final de la vida

Me enseñaste que el respeto al derecho ajeno es la paz

Y que la paz no es un estado exclusivo para los budistas

Me enseñaste como debe amarse a una mujer y a los hijos

Y a vagar por el infierno si es necesario con tal de encontrar la felicidad de ellos

De ti aprendí más cosas que de todos los pensadores que leído en la escuela

Me plasmaste la realidad del ser humano en lo real

Y nunca me engañaste con sueños utópicos sobre la existencia del hombre

Me enseñaste que los sueños, sueños son

Y que la labor de uno es volverlos realidad

Abriste mis ojos cuando estaba dormido

Me quitaste la venda que cegaba mi visión

Me enseñaste que la boca no solo sirve para comer

Así como a usarla solo cuando es necesario,

Me enseñaste a mirar a las mujeres no como objetos sexuales

Sino como seres que al igual que el varón son amantes y personas pasionales

Oh mi abuelo campeón de campeones

Fuiste valiente caballero, fiel esposo, un gran padre

No solo pasaste a la Historia, eres parte de mil historias

Reencarnaste en todos vuestros nietos, te volviste inmortal

Espero algún día ser por lo menos la mitad de lo que fuiste de lo que eres

Y cuando llegué mi despedida de este mundo, vengas por mí en tu tranvía.

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