jueves, 5 de febrero de 2009

CARTA A JAIME SABINES

Amanecí triste el día de tu muerte, te fuiste antes de conocerte viejo amigo, tu que tanto hablaste de la muerte, que tanto le alejabas, enterradla no la dejéis aquí, enterradla predicabas, pero a su llegada no hiciste más que irte placidamente con ella, pudiste hablar con dios, ese hombre que te parecía tan venerable, el ser que tanto te encantaba, viejo sabio, niño explorador, pudiste jugar con él a vivir debido a que descubriste la eternidad de la vida, no la tuya o la mía, sino la de la vida.
Sin embargo cuando me entere que ya habías muerto, yo me puse a llorar como una niña, al igual que mucha gente que lo mismo hizo en su momento y se puede decir que no era un llanto fracasado ni roto, ni ciego, rabioso o aniquilado, no este, este era un llanto de alegría, alegría por tu bienaventuranza, alegría hacia ti, alegría llena de aplausos, aplausos que lastiman a uno, fueron esas de las ultimas frases que mencionaste ante un publico que te quería, mientras esto tu decías yo jugué a tener amantes, sin saber de tu existencia y mucho menos de tus palabras, seguía tus enseñanzas, amaba calladamente, buscaba, abandonaba, cambiaba, me convertí en un perfecto hombre solo, ya que siempre caí en el error de olvidar el amor, la prorroga perpetua, añorando siempre el paso siguiente, sin saber que el paso siguiente era la muerte.
Cuanta falta me hiciste Jaime, mi Julito, debiste haberme enseñado tu idioma, tu facultad de aprender mayor a la mía de olvidar, ay amigo te fuiste el día que yo empecé a vivir, debiste escribir en la tabla de mi corazón la palabra desea y así poder andar días y días loco, aromado y feliz, nunca mas triste, por siempre lleno de ilusión.
Tu siempre concebido como un peatón, yo como un infante poeta, ambos conocimos a la muerte el mismo día, en el mismo año, en el mismo tiempo, tu quisisteis amarla, yo opté por negarla. ¡OH viejo amigo Sabines, alcanzaste la divinidad, el mismo día que yo perdí…mi virginidad!






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